Hacía alusión en un anterior artículo a que la leche desnatada, según algunos estudios realizados, podía considerarse como una bebida muy adecuada para después del esfuerzo, al aportar todo lo que se necesita después de la práctica de ejercicio físico: carbohidratos, para reponer los depósitos de glucógeno muscular; proteínas de buena calidad (caseína y proteínas séricas) para promover la recuperación y el crecimiento muscular; agua; electrolitos, para reponer los perdidos por el sudor y vitaminas.
En este artículo analizaremos el papel de la leche como bebida tras la realización de ejercicios y deportes de fuerza. Estos se caracterizan por contracciones repetidas de alta intensidad de diferentes grupos musculares que producen adaptaciones en los músculos. La adaptación más evidente es la hipertrofia del músculo esquelético. Pero para que se produzca la hipertrofia muscular debe haber un incremento crónico en el balance neto de las proteínas en el músculo. El balance de proteínas en el músculo depende de la síntesis y degradación de proteínas en el mismo. Por lo tanto, para que se produzca un aumento en el balance neto, es necesario que dentro del músculo se produzca un incremento en la síntesis de proteínas, una disminución en la degradación de proteínas o simultáneamente un aumento en la síntesis y una disminución en la degradación de proteínas.
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La leche y los deportes de fuerza
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